«Virgin» es quizás el trabajo más personal y agudo de Lorde hasta la fecha. Después de la soleada pero contradictoriamente distante «Solar Power» de 2021, la artista neozelandesa regresa con un álbum que parece haber sido escrito con sangre, sudor y lágrimas, sin filtros, sin evasivas, sin la «nobleza» melódica que a menudo caracterizaba sus trabajos anteriores. Virgen es confesión, provocación y catarsis al mismo tiempo.
La canción de apertura «Hammer» es literalmente un martillo sónico: una pista de pop alternativo de textura industrial con una orquestación estresante y letras que convierten la opresión en un grito. Lorde no trata de ser agradable, está enojada, concentrada y es completamente honesta. «What Was That», que sigue, baja un poco la tensión pero sigue siendo oscura. Habla de momentos de pérdida de control, de recuerdos fugaces que lo persiguen. Aquí, su voz tiembla ligeramente, no por debilidad, sino por la carga emocional.
En «Shapeshifter», Lorde explora el concepto de adaptación: cómo una mujer aprende a cambiar de forma para sobrevivir, encajar y ser amada. La producción recuerda a los momentos más abstractos de St. Vincent, con guitarras ligeramente distorsionadas y armonías vocales superpuestas. «Man of the Year» se burla de la imagen patriarcal del éxito, con un ritmo de baile que choca con su letra mordaz: «Ganó la guerra / Limpié la sangre».
«Favourite Daughter» es el momento más tierno, pero también el más doloroso del álbum. Se refiere a la relación con su madre, pero también a cómo una mujer está socialmente construida para ser aceptable, «correcta», ideal. Aquí, Lorde canta casi en un susurro, con las cuerdas abrazando suavemente su confesión. «Current Affairs», por otro lado, es más irónico: comenta sobre la exposición constante a las noticias, la adicción al desastre y la necesidad de desconexión: una pista electrónica con repetición rítmica y voces que suenan como correo de voz.
«Clearblue» es una de las canciones más agudas del álbum. Se refiere explícitamente a las pruebas de embarazo y a la lucha interna en torno al cuerpo, la maternidad, las decisiones. No es una canción fácil, ni musical ni temáticamente, y eso es lo que la hace necesaria. En «GRWM» (un acrónimo de «Get Ready With Me», como se encuentra en los videos de rutina diaria de las redes sociales), Lorde construye un contrapunto irónico entre la superficie y el caos interior. El tema parece una instalación sonora: fragmentos de sonido, muestras de cultura pop y capas vocales que reflejan la agitación del yo cuando lucha por parecer «normal».
«Broken Glass» es la confesión de amor más directa del álbum. Dura y vulnerable al mismo tiempo, describe relaciones que dejan pedazos de nosotros a su paso. La voz de Lorde irrumpe en el coro, literal y figurativamente. «If She Could See Me Now» funciona como una conversación alegórica con su yo más joven, o con otra mujer que está perdida dentro de ella. Es desgarrador, con una atmósfera casi de oración.
El álbum se cierra con «David», un estudio sobre la memoria, el duelo y la aceptación. No está claro quién es David, puede ser una persona real, puede ser una metáfora. Pero eso no importa. Lo que importa es la plenitud emocional de la canción: la sensación de que, a pesar del dolor y las dudas, Lorde ha encontrado una voz, y la usa sin dudarlo.
«Virgin» no es un álbum que intente agradar. No tiene los hits directos de «Melodrama» ni el sol sónico de Solar Power. Es otra cosa: una obra de espejo, cruda, furiosa, conmovedora y decidida. Es la expresión sonora de una mujer que ha vivido lo suficiente como para no esconderse y lo suficientemente pequeña como para tener todavía algo que gritar. Lorde no se repite aquí. Con Virgin, se vuelve a presentar y da su salto más valiente hasta el momento.