Durante años, se habló de Leon Bridges se centró en su capacidad para canalizar épocas pasadas: la forma en que su cálida interpretación recordaba a los cantantes de voz aterciopelada de los años 50 y 60, cómo aparecía en casa en una producción que parecía haber sido propagada. del apogeo de Motown. Se ha convertido en una especie de ejemplo de la nostalgia, constantemente admirado como un alma vieja aparentemente atrapada en el presente, un recordatorio de cómo las cosas siempre parecen mejores en retrospectiva.
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Y luego, después de un tiempo, esa narrativa empezó a resultar aburrida. Bridges no era un simple revivalista retro. Es un extenso y extenso conjunto de referencias e inspiraciones musicales de hace 30 años. Ha mostrado amplitud y profundidad a través de proyectos innovadores como sus EP “Texas Sun” y “Texas Moon” con la banda de inspiración psicodélica Khruangbin. Cada vez más, se adentró más en el R&B, el gospel y el rock, demostrando que había más que ver.
Su nuevo disco “León” puede ser el que más lo capture como artista. Es una mirada reveladora a los lugares que lo formaron como músico de Texas, llena de imágenes de las noches de Río Grande y Lone Star City. Quizás debido al pastiche vintage, algunos de sus discos anteriores, aunque hermosos, parecían distantes y ligeramente alejados del propio Bridges. Aquí, escondido en la música, hay un mayor peso emocional e intimidad personal. Desde el principio, Bridges reconoce la vulnerabilidad masculina con “When A Man Cries”, un comienzo breve e inesperado que pierde algunos de los elementos brillantes de sus primeros trabajos.
“Panther City” logra un equilibrio entre la suavidad de Bridges con recuerdos difíciles y canciones sobre la mayoría de edad. Las referencias incluyen días cálidos y viejas Nintendo 64 y la advertencia de un padre sobre una calle llena de vagabundos y prostitutas. Es el tipo de especificidad que funciona, incluso cuando los entornos son más tranquilos. Algunas de las canciones de amor más genéricas del disco – “NA” y “You Ain’t The One”, por ejemplo – son menos interesantes.
Bridges abandonó gran parte de Estados Unidos para este disco, aparentemente para encontrar nueva inspiración en otros lugares. Gran parte del mismo fue grabado en el famoso Estudio El Desierto de la Ciudad de México, un cambio de ritmo que parece haber ayudado al viaje interior de Bridges. Esta energía es más fuerte en “Peaceful Place”, donde Bridges parece confiado en esta versión de sí mismo y asegura que está exactamente donde debe estar: “Encontré algo que nadie me puede quitar”.