El grunge es conocido por Nirvana y Kurt Cobain. Su cara todavía sobresale en las camisetas. Sus canciones todavía son aprendidas por guitarristas principiantes. Pero otro tipo de grunge también fue evidente en la década de 1990. Parecía rock clásico, no Black Sabbath. Su actitud era seria, no cínica. Entre sus miembros se encontraban bandas que vendían discos de platino como Stone Temple Pilots. En el caso de Pearl Jam, las ventas incluso superaron a las de Nirvana, al menos en Estados Unidos, donde su álbum debut “Ten” vendió más que “Nevermind” de Nirvana.
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Cobain se burló de Pearl Jam llamándolos “marionetas corporativas”. Pero se equivocó. Eso los volvería cínicos. En cambio, Eddie Vedder y sus camaradas hicieron su trabajo como si estuvieran sosteniendo una llama sagrada. Décadas antes de las preocupaciones actuales sobre los precios de las entradas, lucharon contra Ticketmaster para mantener los conciertos asequibles. Si bien el rock alternativo se convirtió en algo corporativo, trataron la música rock como una forma de vida. Era una especie vaga de idealismo, pero idealismo al fin y al cabo.
Esta seriedad de propósito les ha servido bien: han superado a la mayoría de sus pares. “Dark Matter” es su duodécimo álbum de estudio. Se une a ellos con Andrew Watt, un productor más joven con un nombre por activar venerables espectáculos de rock. Su estilo de producción ha sido criticado por ser demasiado brillante. Aquí, sin embargo, cualquier sensación de falsedad es eliminada por el compromiso incondicional y total de Pearl Jam con el vuelo completo.
El tono lo establece el sonido de un quiebre en un juego de billar al comienzo de la canción de apertura (una señal aparentemente tocada por el amigo de Vedder, Sean Penn). Los riffs de guitarra de Stone Gossard y Mike McCready tienen el esbozo grueso y apresurado de un mensaje urgente. McCready arranca los solos como si jugara al pinball. El bajo de Jeff Ament se eleva mientras que la batería de Matt Cameron está a pleno rendimiento.
Vedder se mantiene firme en toda esta pretensión orquestal, un cantante autoritario pero no despótico ni melodramático. Sus letras contienen muchas preguntas, lo que nos hace entender que Pearl Jam sigue buscando respuestas. El interés señala cuando el ritmo se ralentiza y lo que se busca se enfoca, como en la impresionante “Something Special”. Pero cuando es impetuoso, “Dark Matter” nos lleva consigo.